EL ÁRBITRO: “ÍDOLO DE NADIE, CULPABLE DE TODO”.

Carlos Lacalle - DD de la SD Iguña.

Las siguientes apreciaciones no pretenden ser una lección de moral o ética para nadie, son una simple reflexión general que esperamos contribuya a comprender la labor arbitral.

Según la RAE, el árbitro “es la persona que en algunas competiciones, normalmente deportivas, cuida de la aplicación del reglamento, sanciona las infracciones o fallos y valida los resultados”. Pero, el árbitro es ante todo un  deportista que dirige un partido, en este caso de fútbol e intenta impartir justicia. Generalmente, los errores y aciertos de los mismos se maximizan, pero,

¿Por su culpa, perdimos? - ¿Por su culpa, no metimos gol? - ¿Por su culpa, falló la táctica y el planteamiento? Todo es por su culpa. ¿O NO?

La capacidad de reconocer errores en el fútbol no es habitual, pero sí lo es achacar la responsabilidad de un mal resultado al trío arbitral. Justificar asiduamente la derrota en una presunta mala actuación de los colegiados suele ser  la conducta de un entrenador “mediocre” y, en todo caso, de un “incorrecto” formador.

El fútbol base es fundamentalmente un deporte formativo, asociado a los valores de respeto, esfuerzo, solidaridad, responsabilidad y otros tantos. La competitividad es inherente a la condición humana, por ello, desde nuestro humilde punto de vista, no puede ser la principal premisa.

También quiero recordar, por si a alguien se le pudo olvidar en alguna ocasión,  que los árbitros son seres humanos, y por lo tanto, se equivocan y aciertan como todos, “ERRARE HUMANUN EST”. Alguien puede concebir la disputa de un partido sin ellos, sencillamente NO.

El árbitro es una AUTORIDAD a la que debemos respetar por mucho que algunas veces nos puedan crispar sus decisiones.

Como norma general, los árbitros hacen gala de una enorme paciencia y labor didáctica, intentando explicar sus decisiones a los jugadores, esfuerzo que apreciamos.

El fútbol es por naturaleza un deporte palpitante, “caliente”, con las pulsaciones muy altas, pero esas emociones no pueden ser excusa o justificación para llegar a la descalificación, el insulto o, incluso en el peor de los casos, a la violencia física.

Los colegiados siempre actúan con la mayor imparcialidad y objetividad posible. No caben dudas.

En algunas ocasiones, su juventud es sinónimo de entusiasmo, voluntad y energía, pero también de inexperiencia, por eso es tan importante que los entrenadores, delegados, directivos, padres y público en general colaboremos con ellos, mostrándoles el respeto que se merecen.

“Por ellos, ídolos de nadie y culpables de todo, debemos reflexionar, aquellos que alguna vez discutieron, insultaron o fueron expulsados, aprendiendo a tratarlos como se merecen, como nos gustaría que nos trataran a nosotros, con respeto, con educación, como tratamos a nuestros alumnos, como tratamos a nuestros hijos, como tratamos a nuestros amigos.” 

Fuente: Pedro Meseguer.

Fotografía: IUSPORT